Habrá otro día para un jaque mate

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Paul Fabrizzio nos quiere decir algo en esta ocasión, pero es un algo difícil de determinar. No hay ningún pasado similar a esto, la originalidad se plantea impasible.

El ajedrez en sí es un experimento constante.

Surge una metáfora desde el tablero. Dos fuerzas se enfrentan, una desde El Ojo, la otra desde el ser que está del otro lado del mundo. Desde dos ángulos distintos (o quizás cuatro), la destrucción ocurre.

Pero en esta partida no ha de haber gandores ni perdedores. El reloj es implacable. No habrá tiempo para el clímax. Pero descuiden: habrá otro día para un jaque mate.

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